En este artículo paraEl País, Mamás y Papás reflexionaba sobre las causas de la procrastinación en la crianza, y bueno creo que ya he postergado mucho esto de compartir el artículo por aquí.
En realidad en este artículo para El País, hablo sobre madres que llegan tarde, que dejan las migas por barrer, que olvidan la cartulina marrón o dejan la coleta descentrada. Madres imperfectas que se exigen no serlo nunca más. Y vuelta a empezar. Un recorrido por el camino de la perfección, con la falsa sensación de estar más cerca del control ante el caos que supone la infancia.
Procrastinas, lo dejas para mañana aunque digan que es mejor para hoy. Estás en el día de la marmota y la pereza te hace procrastinar, son demasiadas cosas que atender y pensaste que tú serías capaz de controlarlo casi todo o todo. «Para qué hacerlo hoy, si mañana será otro día igual».
El País , Mamás y Papás
Tienes el artículo completo pinchando en la imagen. Espero que te ayude mis reflexiones en este artículo que escribí para El País, Mamás y Papás, como profesional y también como madre.
En el fascinante viaje de la crianza, la elección de un compañero/a de vida y padre/madre para tus hijos es una decisión trascendental. En mi último artículo para Guía Infantil, analicé las cualidades esenciales que definen a un buen padre/madre, guiándote hacia una elección consciente que forjará la base sólida para el bienestar y la felicidad de tu familia.
Entra en el siguiente enlace para conocer las claves principales:
Colaboración de Almudena Lebrero para Guía Infantil
¡Gracias por sumergirte en este artículo de crianza y relaciones familiares! Este artículo es solo el inicio de un viaje apasionante hacia el manejo de las emociones en la educación ¡Visita el blog para descubrir aún más sobre bienestar mental, resiliencia y herramientas de crecimiento personal! ✨👨👩👧👦 #CriandoConAmor #Bienestarmental #Psicología
Las vacaciones con niños ya no son lo que eran… Así son las vacaciones en familia?
Estabas ahí mirando el móvil, eligiendo ese destino que te encanta, y pronto recuerdas que eres madre/padre y te preguntas si tu peque va a disfrutar en ese lugar o si el viaje es demasiado largo, si va a ser capaz de adaptarse al cambio, si se pondrá malito/a por el aire acondicionado del transporte, si te va a merecer la pena todo el esfuerzo que tienes que hacer, y mil etcéteras y más.
Frustración y resoplas…
Las vacaciones ya no son lo que eran… cuántas veces has pensado en esa frase? Y es que las vacaciones en familia son otra cosa muy distinta a lo que hacíamos antes de ser padres. Pensar que mis hijos se adaptarán a mis vacaciones tradicionales, es negar que ahora somos un sistema familiar, las necesidades del grupo ya son otras, debemos tenerles en cuenta. Reconocerlo, vivirlo y aceptarlo hará que el período estival sea un precioso recuerdo.
Una vez que lo aceptas eres capaz de sentir la felicidad de imaginar a tu pequeño/a contento en el agua, poniéndote perdido con su helado favorito, aplaudiendo de alegría al ver el típico carrusel playero… Un vaivén de imágenes y dudas.
Cómo afrontar las vacaciones familiares? Los demás lo viven mejor que yo?
Aceptar que las vacaciones han cambiado es necesario para que no vivamos con desazón las dificultades y cambios que estamos experimentando. Aceptarlo nos abrirá el camino al disfrute de lo que pueden ofrecernos nuestros hijos. Quedarnos anclados en el pasado, nos hará estar desconectados en los momentos buenos. Poner el foco en lo que estamos viviendo, reconocerlo y sentirlo. Flexibilizando nuestras costumbres y dejando llegar lo nuevo a nuestras vidas, sin tantas resistencias, observando las necesidades y dando respuesta.
vacaciones familiares, recomendaciones de una psicóloga
Qué podemos hacer para que las vacaciones de verano en familia sean más sencillas?
+Prepara el viaje, va ser una gran diferencia para todos: una bolsita de juguetes, unas pinturas, pegatinas, juegos de retos cognitivos, una película, una playlist de canciones de sus dibujos favoritos.
+Involúcrales en el viaje. Haz que se ilusionen preparando la lista de cosas que tenemos que llevar, eligiendo sus juguetes favoritos u organizando su maleta, revisando el destino en google maps o leyendo con ellos aspectos del lugar al que vamos.
+Rellena los tiempos con parte de esos juegos, por ejemplo en los restaurantes, les permitirá entretenerse entre plato y plato para evitar en lo posible las pantallas.
+Valora las rutinas, puesto que ayudan al equilibrio mental en según qué edades. Los más pequeñitos las necesitan más, pero a partir de los 4 años muchos son capaces de cambiar puntualmente sus rutinas. Aquí entra en juego la flexibilidad familiar, aprender a flexibilizar es un valor para muchos momentos de la vida y es una apertura al disfrute.
+Evita comparar en exceso lo que eran antes las vacaciones y ya no son, porque eso nos acerca a un estado interno de negatividad y malestar. Nos hará sentir mejor aceptar que la vida cambia para todos, que la infancia es breve y también tiene momentos muy especiales.
+Poner el foco en hacer sencillos los días. En crianza lo fácil es lo que funciona. Elige planes tranquilos y cómodos donde poder conectar con la familia en lugar de preocuparte por un plan complejo.
+Mantén un clima hogareño, no olvides llevarte uno de sus peluches más queridos porque les ayudará a conectar con el nuevo destino. Le verás achucharlo con felicidad al llegar a su cama.
A modo de resumen…
A menudo veo en consulta madres y padres inmersos en conceptos de disfrute que les lastran para vivir las vacaciones. Va a ser un fracaso proponernos ser una madre/padre heroína capaz de hacer lo que nadie hace, retarse a esfuerzos físicos, relegar el descanso priorizando sacar el máximo partido al día, exigirse y exigir al bebé adaptarse a nuevos horarios para poder hacer más planes… todo esto son fuentes de estrés, regañinas a los peques, frustración y conflictos de pareja casi asegurados.
No olvidemos que son vacaciones de verano en familia, esto es, momentos de compartir y conectar, crear complicidad y hacernos una piña.
En resumen, la clave está en reconocer y aceptar que las vacaciones han cambiado, hacia otros rumbos, también especiales e inolvidables.
Un niño con dos años no sabe expresar lo que le pasa y cuando se enfada lo más probable es que lo manifieste tirándose al suelo y pataleando. Mientras que los niños de cuatro es habitual que pasen por rachas de desobediencia y de rebelión a la autoridad y entonces los enfados se manifiesten con gritos, insultos y patadas. Son frecuentes entre niños de 2-5 años, teniendo su punto más álgido entre los 2-3 para poco a poco volverse más cortas y suaves.
Que sea normal en su desarrollo no quiere decir que desde casa no tengáis o podáis hacer nada.
Las rabietas suelen ser motivo de consulta por lo desesperantes que resultan para los padres. La intervención va dirigida a la disminución de frecuencia, intensidad y duración de las conductas disruptivas que lleva a cabo el niño. Las rabietas ocurren con más frecuencia al final de la mañana, al final de la tarde y a la hora de irse a dormir, que por otra parte son momentos en los que los niños están más cansados y/o con hambre.
El 70% de los niños con comportamiento difícil con 3 años, continuaban teniendo el mismo comportamiento un año después, si no se llevaba a cabo ninguna intervención. Es cierto que la mayoría de los padres refieren la desaparición de las rabietas en torno a los 3-4 años, pero también lo es que un mal manejo y control de éstas en la infancia, pueden desembocar con el tiempo en otros trastornos de conducta como: trastorno oposicionista desafiante o trastorno por conducta antisocial (DSM IV-TR).
Habitualmente en mi consulta esta es una pregunta que siempre os hacéis o bien es una pregunta que siempre hago yo a los padres, Cuántas horas duerme su hijo?
Y es que dime qué tal duermes por la noche y te diré cómo es el resto de tu día…
Esta es una regla que siempre se cumple. Por ello es de las primeras preguntas que formulo siempre en terapia, tanto para padres que acuden por problemas con sus hijos, como para adultos que se han olvidado de cuidarse en algo tan importante como el sueño.
La calidad del sueño de un bebé afecta no sólo a su salud, sino también al bienestar de toda la familia. No debemos olvidar que a su vez repercute en el sueño de sus padres, ocasionándoles insomnio o mala calidad en el sueño, lo cual conlleva irritabilidad, falta de concentración, malestar físico, etc., lo que hará que no se encuentren en disposición de soportar otra noche de mal sueño…
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